Hay piezas que no solo se miran, se escuchan. Isabel es una credenza que habla en susurros curvos, en líneas que se despliegan como ecos de un lenguaje antiguo reinterpretado con audacia. Su diseño nace del gesto del arco, una forma que acoge, eleva y envuelve. Cada puerta es un compás, cada curva una pausa contemplativa. Esta pieza no decora: enuncia. Se impone con suavidad y se queda grabada en la memoria, como un recuerdo bello que nunca exige atención, pero nunca pasa desapercibido.