Columba nace de la metáfora del equilibrio interior. Su estructura —una secuencia abstracta inspirada en la columna vertebral— representa el eje que sostiene, articula y da forma al cuerpo. En esta mesa, esa columna se convierte en un gesto escultórico que equilibra función y emoción: un esqueleto visual que sostiene la superficie donde ocurre la vida cotidiana.
Cada elemento se une con precisión orgánica, como vértebras que se repiten con armonía, generando una base que no solo estructura, sino que embellece. Columba no es solo un mueble: es una pieza que articula la estabilidad con la belleza de lo esencial.